Mis clases de flamenco online, mi salvación durante COVID-19

El COVID llegó a mi vida de forma totalmente inesperada para ponerla patas arriba. En cuestión de horas se cancelaron todos mis proyectos artísticos, cerraban el Dance Complex, centro de danza donde imparto classes de flamenco de forma regular, cancelaron mis clases en los diferentes programas educativos de los que formo parte y una nube de incertidumbre me invade. Algunos estudiantes empiezan a preguntar que si voy a dejar de dar clase y cómo devolverles el dinero.

¿Qué puedo hacer? No sé que va a ocurrir! ¿Cómo voy a mantenerme económicamente? No sé qué puedo hacer… sólo sé que necesito seguir conectada a mi flamenco, a mis estudiantes y a todo aquello que me da vida.

Ese mismo día busqué opciones para dar clases online y el último día de clase pido a un par de estudiantes que por favor me ayuden a grabar videos para poder compartirlos como material complementario a las clases online. En sólo 24horas ya estaba organizando mi primera reunión de Zoom, empezando siempre de la mano de los míos, que SIEMPRE están cuando más los necesito. Parece que todo puede tener sentido y convoco mi primera “Reunión Flamenca Virtual” con brindis incluido para lanzar nuestro nuevo formato de clases de Flamenco y Sevillanas ONLINE!

Ver a todas mis estudiantes en Zoom rebosantes de alegría e incertidumbre pero mas unidas que nunca llega como una inyección de energía. Al principio lo planteamos como algo de 2 semanas, y aquellas clases que pensaba cancelar mis estudiantes me piden que sigamos con ellas, así que decido mantener todas las clases y adaptarlas a la “nueva era”. Todo pasa muy deprisa, apenas me da tiempo a darme cuenta de todo lo que está pasando cuando de pronto me piden fotos de mis clases para un artículo el Boston Globe. ¡No doy crédito de todo lo que está ocurriendo! Pasan las horas, los días y trabajo más que nunca para adaptarme a esta nueva forma de enseñar, de comunicarme y de expresarme. La emoción y adrenalina de esta nueva etapa apenas me deja tiempo para reflexionar esta primera semana. Todo es una montaña rusa emocional, llantos, risas, emoción, alegría, pena…

Empiezo dando clases en el único espacio de la casa que puedo, la habitación de mi bebé de 10 meses. Es allí donde tengo el ordenador y algo de espacio para poder moverme. Los peluches y sus juguetes montessori se convierte en mis nuevos compañeros de oficina aunque pronto empiezo a necesitar mi propio espacio.

Al principio pensaba que esto serían dos semanas pero poco a poco empiezo a entender que esta es mi “nueva realidad” así que empiezo a buscar formas de encontrar otro espacio solo para mí. Afortunadamente tengo una habitación de invitados, y dado que las circunstancias nos obligaron a cancelar todas las visitas planeadas decido donar los muebles y la cama y montar allí mi estudio. Empiezo a probar diferentes opciones para el suelo para poder hacer algo de trabajo de pies sin hacerme daño y después de varios intentos encuentro la solución gracias a la ayuda de mi marido.

Al principio no es fácil porque a pesar de que hago lo mejor que puedo, “no es lo mismo”. El sonido no es perfecto pero ahí están mis alumnas apoyándome y dándome feedback. Hay momentos en los que me vengo abajo y pienso que no voy a ser capaz de hacer esto. No sé lo que estoy haciendo todavía pero estoy aprendiendo a pasos agigantados, lo cual es emocionante y al mismo tiempo da vértigo. Tengo la sensación de que tengo que correr, que si no avanzo voy a perder a mis estudiantes, mi trabajo y todo el esfuerzo que llevamos haciendo en clase este último año. La presión por hacerlo cada vez mejor empieza a pesar sobre los hombros y hay momentos que me vengo abajo. Aun así, mi amor por lo que hago es tan grande que me empuja a seguir.

Después de la primeras semanas dónde la novedad es todavía algo “positivo”, mi nivel de frustración empieza a subir porque mis alumnos/as están también más cansados de esta situación, ellas también están sufriendo todo esto y les está costando asumir que “todo ha cambiado”. No sólo tengo que trabajar con mis propios miedos y frustraciones, sino que parte de mi función como maestra es trabajar con personas y así mi empatía por entender su situación es una clave fundamental para entender que todo esto es un proceso individual de cada persona. Poco a poco empiezo a normalizar todo esto, las clases cada vez son más fluidas, parece que ya todo va sobre ruedas y empezamos a ver el lado positivo a estas clases. Empezamos a reírnos y ponerle humor a todo esto y a aceptar esta nueva situación, al menos por ahora. Una anécdota que me pasa en casi cada clase es decir: “Bueno, un ejercicio más y nos vamos a casa…” De pronto me escucho diciendo eso y no puedo parar de reír. Nunca una frase hecha había tenido menos sentido.

Dar clases virtuales no es nada fácil, aunque tiene sus ventajas. No es fácil para mí porque yo soy 100% energía y necesito sentir el grupo. El no recibir feedback inmediato de los estudiantes, no poder escucharles, sentirles o escuchar sus risas cuando se me ocurre alguna frase célebre de las mías pesa. A veces hasta me cuesta respirar y tengo que decirles que digan algo para que sepa que “están ahí”. Las clases ahora son incluso más intensas pues tengo que enseñar los pasos el 100% de la clase al tiempo que lo hacen los estudiantes. Apenas hay descansos y me require mucha más energía que cuando estoy en grupo, porque aunque sienta el grupo y pueda verlas virtualmente, la realidad es que físicamente, estoy yo sola. Sin embargo, enseñar virtualmente tiene muchas ventajas que jamás imaginé. Siempre pensé que enseñar danza online era imposible y ahora me retracto. ¿Es lo mismo? NO, es imposible que sea lo mismo pero se pueden sacar muchas cosas buenas de todo esto.

Ventajas de enseñar Flamenco ONLINE

  1. He podido re-conectar con estudiantes que se habían mudado fuera de la ciudad y aquellos estudiantes que viven fuera de Cambridge han podido venir con más frecuencia. Tenemos estudiantes de Cape Cod que solían venir una o dos veces al mes y ahora están viniendo dos o tres veces por semana!
  2. Las clases online permiten que se puedan conectar personas de cualquier parte del mundo.
  3. Siento que los estudiantes están mucho más presente porque necesitan prestar más atención para esquivar las dificultades técnicas.
  4. Las distracciones se reducen y el foco es el maestro y el alumno. Especialmente si en una clase de grupo los estudiantes eligen la opción de “speaker view” y ven únicamente al profesor.
  5. Se incrementan las posibilidades de que cada uno pueda ir a “su ritmo”. La tecnología nos “obliga” a que cada uno baile a un tiempo diferente pues la música y el video no llegan al mismo tiempo a todos. Lo cual es una metáfora de la vida en realidad, pues cada uno tenemos diferentes ritmos de aprendizaje y este formato permite que cada uno pueda “adaptarlo” a sus necesidades.
  6. Hay determinados aspectos técnicos que se perciben mejor en video (siempre y cuando el tamaño de la cámara sea suficientemente grande). Como por ejemplo el manejo de las manos, o algunos movimientos de brazos. Además permite que todos los estudiantes vean al profesor desde el mejor ángulo posible. Con esto me refiero en que cuando estamos en un espacio físico, no todos los estudiantes ven al profesor desde el mismo punto.
  7. Se desarrolla mayor sensación espacial, especialmente en los bailes en pareja, pues no tener a tu pareja mientras bailas hace que los estudiantes aprendan a ubicarse y a desarrollar la creatividad.
  8. En nuestro caso los estudiantes han dado un empujón muy grande en el uso de las castañuelas, porque el foco es mucho mayor y además cada uno puede practicar.
  9. Las clases online nos están permitiendo estar conectados durante un periodo de “distanciamiento físico” y nos está ayudando a sobrellevar esta crítica situación para muchas familias.
  10. Las clases de flamenco online se han convertido durante este tiempo en nuestro “templo” dónde poder refugiarnos de todo lo que no es “nosotras/os” y bailar ahora más que nunca desde nosotras, por nosotras y para nosotras.

Mis clases de flamenco durante el COVID se han convertido en mi salvación. Me ha dado el aire que necesitaba cuando la agonía era tan grande que me impedía respirar; la alegría en los días que la pena llenaba mis ojos de lágrimas; la esperanza en los días en los que no veía salida y tranquilidad en los días que el miedo era más fuerte que yo. Mi estudio de flamenco en casa se ha convertido en mi templo dónde ocurre La magia de transformar la energía y las emociones. Un templo donde a veces entro sin ganas, agobiada, con miedo…pero siempre salgo renovada, alegre, feliz, llena de energía y ganas de vivir. Porque incluso en los días más frustrantes hemos conseguido encontrar la vía de escape y transformar esa frustración en algo bonito.

Aun recuerdo el día que intentamos hacer la tercera sevillana por primera vez online. Yo quería enseñarles mucho, que estuvieran felices, que sintieran que estas clases eran provechosas. Y cuando me di la vuelta una de las veces dos de mis estudiantes estaban sentadas en el sofá observando con cara de “me va a explotar la cabeza”. Ese momento fue un punto de inflexión par mí, donde entendí que las expectativas necesitaban adaptarse, ser más flexible y realista. Ese día, paré la clase, las escuché, pregunté cómo podía ayudarlas y juntas reflexionamos. Acabamos ese día con un fin de fiesta y salimos de allí con un subidón de energía.

Photography: Teresa Kroeger

Mis clases de flamenco también se han convertido en un espacio de auto-cuidado, donde puedo recordarme cada día quien soy. Cada día tengo mi ritual para entrar en el estudio: me peino, me maquillo, me visto con mi ropa de dar clase, me pinto los labios de rojo y me echo mi perfume preferido. Un día mi marido me dijo que entendía porqué me pintaba los labios pero que no sabía por qué me echaba colonia si mis estudiantes no podían olerme. Le contesté que era mi forma de prepararme, de sentirme mi YO mujer, flamenca, profesora y artista. Y no hay día que no me pinte los labios de rojo y me mire al espejo antes de entrar para recordarme quien soy.

Esta difícil situación por la que estamos pasando me está regalando la oportunidad de reinventarme, de escucharme, de crear, de crecer como persona, como profesora y como artista. Me siento muy agradecida de todo lo que estoy aprendiendo de esta situación, de las nuevas oportunidades que están surgiendo y de haberme permitido escuchar a mi alma y hacer de corazón y con todo mi amor y respeto por el flamenco, lo que más amo de este mundo.

Gracias a todos los que formáis parte de LSFlamenco y todas las personas que me inspiráis a seguir adelante cada día.

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